23 de enero de 2015

La gastronomía como sublime aventura intelectual


Palabras clave (key words): Nikola Tesla, Ferran Adrià, I+D+I, ADN, Maese Pedro

Vivir en Madrid, vivir en cualquier ciudad grande, tiene también sus ventajas; una de ellas la gran oferta cultural que tienen sus ciudadanos, aunque aquí cabrían muchas matizaciones, porque no es oro todo lo que reluce. En el momento actual, en el ‘Espacio Fundación Telefónica’ se están celebrando dos exposiciones temporales: una sobre el científico Nikola Tesla y otra del cocinero Ferran Adrià, esta de título Auditando el proceso creativo. No, no me he equivocado, el alquitarado título corresponde a la del chef y no a la del ilustre y visionario inventor e ingeniero.

De Tesla hay poco que decir. Quiero decir, que hay tanto que decir, que es mejor que el lector indague por su cuenta la vida y obra de este curioso y genial personaje. Nació en Smiljan, pueblo de Croacia, entonces en el Imperio austrohúngaro, en 1856, y murió en al año 1943, en Nueva York. En el folleto de la exposición ya se dice que tecleando el nombre de Nikola Testa en Google aparecen cinco millones de páginas que hablan de él; lo hago en mi ordenador, con el nombre entre comillas para evitar ganga informativa, y son 10.400.000. Haciendo lo mismo con el famoso chef catalán surgen 472.000. Pero podrían haber aparecido más, eso no quiere decir nada.

Fui a la exposición de Tesla y no a la de Adrià, entre otras razones, porque me asustó el título. Era fin de semana y no estaba uno para auditorías de ningún tipo. Pero sí cogí, con fundado temor, el folleto de Adrià y ya vi el comienzo, Decodificando la creatividad, que tampoco está mal para empezar. Y allí se cuenta que en 1993 se tomó la decisión de formar una “partida de creatividad”, signifique esto lo que signifique. Que sí, que significa algo, aunque no resulte evidente desde el primer momento. Se trataba de un equipo “dedicado únicamente a la experimentación y a la consecución de la excelencia creativa”. ¡Ah! Luego, después, en 2011, “hubo un nuevo giro para priorizar la creación de vanguardia y evitar la repetición”. ¡Ah!

Y sigue el folleto: Para potenciar la creatividad es crucial identificar los “genes” —así, entre comillas, aunque no hace puñetera falta, ya que la palabra lleva siglos en el DRAE— que componen su ADN. Entonces —sigue el román paladino— “el equipo de ‘elBullifoundation’ (sic) se sumerge en una profunda reflexión que ha dado como resultado el Mapa del Proceso Creativo”. ¡Ah! ¿Quedan claras las cosas o no? Luego se menciona el “diálogo de la gastronomía con otras disciplinas —olvidaron escribir menores, auxiliares, ancilares— como el arte y la ciencia”, la supresión de la carta y la implantación del menú degustación, “concebido como experiencia única y coherente”. El folleto sigue afirmando que “comer puede ser una experiencia sensorial tanto como intelectual”. ¿Ves, lector, por dónde van los tiros? Todo va dirigido al intelecto.

Puedo soportar que ahora los niños no quieran ser bomberos, ni jueguen a los médicos; que estén inmersos en las delicias de la cocina y sueñen ser ‘master-chefs’, con su candidez infantil. Pero, sinceramente, que un grupo de adultos se confabule para perpetrar un folleto como el que comento, con regusto a filosofía de la ciencia y fraseología de I+D+I, me preocupa. Porque la sola posibilidad de que sus papilas gustativas —que al fin y al cabo deciden en esto— pudieran estar infectadas con virus tan patógeno como el que afectó a la redacción del escrito, es para echarse a temblar. Nadie recordó al señor Adrià el sabio consejo de Maese Pedro al criado que prestaba voz al retablo: Llaneza, muchacho; no te encumbres, que toda afectación es mala.

Hace ya años que se veía venir todo esto. Un pasaje de mi novela, Las increíbles vidas de Roberto Milfuegos, muestra mis vaticinios y lo ofreceré pronto en este blog.

20 de enero de 2015

Diferentes modos de buscar citas


Palabras clave (key words): The Oxford Dictionary of Quotations, G. Bernard Shaw

Lector, encontré todas las citas de mis entradas anteriores a través de mis lecturas recientes. Algunas eran indirectas, como hice notar —quiero decir que en una obra hallé frases que provenían de otra, debidamente referenciada, lo que me permitió rastrearlas en el original—. Además, en ciertos casos utilicé enciclopedias, o la misma Wikipedia, para indagar más sobre las obras o sus autores. No tenía ningún interés en lograr una muy extensa relación de citas sobre las rosas.

En tareas como esta, se puede trabajar de otras maneras, naturalmente. Tecleando la expresión “sobre las rosas” en Google, aparece un cierto número de citas sobre estas flores, aunque no demasiadas. Veo que aparecen muchas más si se teclea en inglés (“quotations on roses” o “quotations about roses”), lo que es explicable. Con este procedimiento se puede conseguir muy pronto una amplia lista de citas y no hay nada censurable en ello.

Ocurre, sin embargo, que estas citas suelen estar poco seleccionadas y hasta pueden aparecer algunas no pertinentes en absoluto. Tampoco está garantizada su calidad o su autenticidad y en muchos casos no se recoge detalladamente la fuente. En fin, como nunca negué que a veces tengo cierta modesta intención didáctica en este blog, si alguien escogiera este approach (esta aproximación, este abordaje) para coleccionar citas literarias, yo le aconsejaría otra vía: consultar un excelente diccionario de citas, The Oxford Dictionary of Quotations. Naturalmente los autores en lengua inglesa son los más frecuentes en él, pero los índices están muy bien elaborados y casi siempre se especifica la fuente íntegra: autor, obra, página o escena, etc.

No es un libro para traducir, porque perdería gran parte de su valor al no mostrar, en la mayoría de los casos, las citas en su lengua original, y supongo que no está traducido. Al menos, no está en la Base de datos española del ISBN. Sí es casi seguro que esté digitalizado y se podrá descargar de la red, aunque no sé si será gratuito; esto no lo he mirado. En fin, lector, hazlo tú, y no olvides el título, si te interesa esta clase de libros. La tercera edición, la que yo tengo, es de 1979 y consta de unas novecientas páginas. La primera edición fue en 1941, en plena guerra mundial.

Precisamente en Internet encuentro, para terminar con el tema de una vez, otra cita sobre las rosas, de George Bernard Shaw: ¿Qué hombre inteligente, si le dieran a elegir entre vivir sin rosas o vivir sin berzas, no correría a asegurar las berzas? Esta cita no viene en el Oxford, ni buscando por roses ni por cabbage. Esto, y la fama que tiene Bernard Shaw de haberse puesto a decir de muerto cosas que nunca dijo de vivo, me hace dudar de que sea correcta la atribución. Nada importante, después de todo.

Recuerdo, una vez más, que el principal objetivo de estas citas fue mostrar autores antiguos, casi siempre, poco conocidos en la actualidad.

18 de enero de 2015

Efimeridad de las rosas, de la vida (fin)


Palabras clave (key words): Azar, Letourneur, Edward Young, Voltaire

Lector, el azar irrumpe con frecuencia en nuestras vidas y el mundo está lleno de casualidades. Pensé hablar de las rosas en la literatura, porque encontré un par de citas en Paul Bourget. Luego, por no sé qué motivo, leí algo de El amor en los tiempos del cólera y no pude parar, hasta leerla entera por tercera vez. Hay rosas en ella y ya las mostré. Ahora leo, en la página 168, que el doctor Juvenal Urbino pidió a su librero de París “las obras de los escritores más leídos, entre ellos Anatole France y Pierre Loti, y de los que más le gustaban, entre ellos Remy de Gourmont y Paul Bourget”. A Anatole France lo cité en este blog el 3 de enero y a Gourmont el 4 de mayo del año pasado.

Coincidencias, ¿verdad? Aunque también podría tratarse de lo que vio Heráclito de Éfeso, aquello de que “los que están despiertos habitan un mismo mundo; en cambio, los que duermen, viven cada uno en el suyo”. O sea, que el doctor Urbino y yo tenemos gustos comunes, quizá porque estamos despiertos. Como, seguramente, lo estaba el propio García Márquez. Otra cosa es el fruto que cada uno saque de su estar despierto. Eso es otra cosa y no es culpa de nadie. Yo hice lo que pude, feci quod potui.

Esta entrada final va a ser un descanso de tanta rosa. Mencioné a Letourneur, traductor de Shakespeare al francés en el XVIII, y como conoció detalles del encuentro entre Edward Young y Voltaire, y me apetece hablar algo de esto, me permitiré una breve desviación en mi tema.

Letourneur, en efecto, tradujo la obra Night Thoughts, de Young, 1742, en la que un viajero solitario reflexiona en un camposanto. Cualquier sitio es bueno, ¿no? Young fue uno de los llamados ‘poetas de cementerio’, considerados prerrománticos y antecesores del género gótico, cuya primera obra, en opinión de muchos, fue Castillo de Otranto (1764), del inglés Horace Walpole (1717-1797). Pues bien, Letourneur refiere lo que le espetó Young a Voltaire: You are so witty, profligate and thin, / at once we think thee Milton, Death and Sin (usted es tan ingenioso, disipado y fino, que inmediatamente le vemos como a Satán, la Muerte y el Pecado). Son tres personajes alegóricos del Paraíso perdido, de John Milton, al que Voltaire criticó duramente en presencia del irritado Young, durante la estancia del francés en Inglaterra.

Voltaire estaba en Londres cuando murió Sir Isaac Newton, el 27 de marzo de 1727. En su entierro, en Westminster Abbey, llevaron el féretro el Lord Canciller, los duques de Montrose and Roxburgh y los condes de Pembroke, Sussex and Macclesfield, todos miembros de la Royal Society, cuyo presidente había sido Newton, y Voltaire fue un espectador más. Poca de aquella gente había leído los trabajos de Newton, pero su nombre era reverenciado y la nación entera se sumió en duelo.

Me sigo apartando del tema, para descansar un poco de tanta rosa, y por hablar un poco de ese poliédrico Voltaire, que en su retiro de Ferney vivió uno de los períodos más activos de su vida. Dueño allí de una granja, quiso convertirla en un modelo de organización, pero no pudo con las rencillas locales y hasta hubo de presentarse ante la justicia por haber golpeado a uno de los trabajadores. Restauró la iglesia e hizo esculpir en su fachada la inscripción Deo erexit Voltaire (para Dios la erigió Voltaire). El escurridizo ateo o agnóstico erigiendo un templo a Dios.  

Vuelvo ya a las rosas; recientes, de hace unas horas. Me llega un mensaje, por lo del ataque a la revista francesa Charlie Hebdo, con un cuadro de una gentil pintora, al que acompaña una leyenda: “Podrán cortar todas las rosas, pero la primavera llegará puntualmente”. Siempre las rosas. No sé si se trata de una cita nueva o una alteración de la de Neruda: “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”. Qué más da.

Última entrada de citas. En la próxima hablaré algo sobre la metodología seguida.